El zafiro es una piedra explotada desde hace muchos años. En el siglo IV, los visigodos y los francos crearon lugares específicos hechos de oro y fibra para colocar piedras. Implementaron una técnica de orfebrería más compleja. La Iglesia católica también asoció la piedra zafiro azul claro con la Virgen María y la pureza divina. Según la leyenda, Eduardo el Confesor, rey de Inglaterra, habría regalado su anillo de zafiro a un mendigo. Este último luego se convirtió en San Juan el Evangelista. Algunos relatos cuentan que un gran zafiro azul cielo se encontraba en la antigua casa de María. Con el paso de los siglos, este lugar se transformó en una rica basílica. En el Louvre, se exhibe una hermosa obra religiosa adornada con piedras de zafiro. Se estima que data del siglo XV. En esa época, las gemas se utilizaban para decorar joyas como pulseras, collares, colgantes y anillos. También se utilizaban para adornar grandes vasos, copas, etc. El famoso Gran Zafiro de Luis XIV es una piedra azul intensa de 135 quilates. Probablemente fue un regalo y proviene de Ceilán. Debido a su forma, es posible que fuera una piedra en bruto que fue tallada. Según la leyenda, esta piedra de gran tamaño fue descubierta por un vendedor de cucharas de madera. De hecho, pertenecía a Ruspoli, un príncipe italiano. En realidad, hay dos piedras distintas disponibles. El zafiro negro estrellado o Black Star of Queensland fue descubierto en Australia por un niño. La existencia de esta piedra era desconocida. Un joyero la talló y su belleza sorprendió a muchas personas. Con sus 733 quilates, este tipo de zafiro se estima en 100 millones de dólares.