
Características del Merlán
- Nombre: Merlán
- Reino: Animalia
- Filo: Chordata
- Subfilo: Vertebrata
- Clase: Actinopterygii
- Subclase: Neopterygii
- Orden: Gadiformes
- Suborden: –
- Familia: Gadidae
- Subfamilia: –
- Género: Merlangius
- Especie: Merlangius merlangus
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La merluza, un pescado blanco de pequeño tamaño con carne tierna, se distingue por su perfil nutricional. Constituye una fuente rica en nutrientes esenciales, como el yodo, las proteínas y otros elementos beneficiosos para la salud. Además, presenta un bajo contenido en calorías y grasas.
El Merlangius merlangus es un pescado marino de la familia de los Gadidae. Mide entre 30 y 70 cm, y su coloración varía del azul oscuro al marrón amarillento. Se puede ver una pequeña mancha oscura en la base superior de sus aletas pectorales. Sus flancos son grises y blancos y su vientre es plateado. Vive en el Atlántico Norte, el Mar Negro, el Mar Egeo y el Mar Adriático, y se encuentra a una profundidad entre 10 y 200 m. Su presencia es más escasa en el noroeste del Mar Mediterráneo.
La merluza es un pescado rico en nutrientes, especialmente en proteínas, yodo y fósforo.
Aquí están los valores nutricionales por 100 g de Merlangius merlangus.
Nutrientes | Contenido medio |
Calorías | 79,3 kcal |
Agua | 79 g |
Carbohidratos | Trazas |
Lípidos | 0,47 g |
Proteínas | 18,8 g |
Hierro | 0,31 mg |
Yodo | 0,0949 mg |
Vitamina B12 | 0,00133 mg |
Vitamina D | 0,00411 mg |
Zinc | 0,39 mg |
Fósforo | 196 mg |
Selenio | 0,0302 mg |
Debido a su bajo contenido calórico, el Merlangius merlangus constituye una elección acertada para una alimentación equilibrada y diversificada.
Los nutrientes que contiene proporcionan a este pescado blanco numerosas virtudes para la salud.
La merluza es una buena fuente de fósforo, que cubre el 35% de las necesidades diarias con una porción de 100 g. Este compuesto juega un papel importante en numerosos mecanismos fisiológicos, especialmente en la mineralización ósea y dental. Participa en la producción de energía, así como en el buen funcionamiento de los músculos y los nervios.
El yodo, presente en este pescado, proporciona el 65% de las necesidades diarias. Es necesario para el buen funcionamiento de la tiroides, una glándula que produce hormonas esenciales para el crecimiento, el desarrollo y el metabolismo. Una carencia de este nutriente puede provocar retraso en el crecimiento, desarrollo cognitivo anormal y otros problemas de salud.
La vitamina D, que cubre el 30% de las necesidades diarias, es esencial para la salud de los huesos y los dientes. Favorece la absorción del calcio y del fósforo, y apoya al sistema inmunitario en la lucha contra las infecciones.
Una porción de 100 g de merluza proporciona el 38% de las necesidades diarias de selenio, un oligoelemento antioxidante. Este compuesto ayuda a proteger las células de los daños causados por los radicales libres. Contribuye a prevenir el envejecimiento celular, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.
El consumo de 100 g de este pescado proporciona el 30% de las necesidades diarias de vitamina B12. Esta última participa en la formación de la mielina, una sustancia que recubre los nervios y que permite su transmisión. También es necesaria para la producción de glóbulos rojos, que transportan el oxígeno por todo el organismo. Así, este pescado es un alimento de elección para las personas que desean preservar su salud nerviosa y que quieren prevenir la anemia.
Las proteínas contenidas en la merluza contienen todos los aminoácidos esenciales, que contribuyen al mantenimiento del buen funcionamiento del organismo. Estos compuestos participan, entre otras cosas, en el mantenimiento de la masa muscular, en la síntesis de las hormonas y en la producción de anticuerpos. El Merlangius merlangus está recomendado para las personas que quieren regular su nivel de azúcar en sangre. Su consumo también ayuda a reforzar el sistema inmunitario.
La frescura de la merluza garantiza el mantenimiento de sus beneficios nutricionales. Cuando está fresca, presenta un color plateado y dorado, agallas y branquias bien rojas, así como un ojo claro. Su piel debe estar libre de rastros de moho. Además, asegúrese de que la carne esté firme al tacto, desprendiendo normalmente un ligero olor yodado. Si este último es fuerte o desagradable, es preferible evitarlo.
Para preservar la delicadeza de la carne de la merluza así como sus cualidades gustativas, es crucial conservarla correctamente. Inmediatamente después de su compra, ponga el pescado en una bolsa isotérmica o en una bolsa de papel para protegerlo de las variaciones de temperatura.
Se efectúa en cuanto llegue a casa. Para ello, hay que respetar algunas etapas.
Saque la merluza de la bolsa y séquela con papel absorbente. Luego, envuélvala en film transparente o embálela al vacío. Colóquela en el compartimento más frío del refrigerador, encima del cajón de las verduras. La duración de su conservación no debe superar las 48 horas.
Si no puede consumir la merluza inmediatamente, es posible congelarla. He aquí cómo proceder.
Es importante señalar que debe ser consumido en los tres o cuatro meses siguientes.
El Merlangius merlangus se presta a una variedad de preparaciones, especialmente en aperitivos, en platos guisados o fritos.
Para aperitivos festivos, la merluza ahumada es una excelente opción. Los filetes cortados en dados o en finas láminas sobre tostadas añaden un toque delicado a su preparación.
Puede cocinarse de diversas maneras, especialmente en gratinados, al horno, en sopa, en papillote o en soufflé. Las recetas son múltiples, ofreciendo deliciosas opciones para todos los gustos.
Cuando está empanado y frito, este pescado es un plato sabroso, a menudo servido con patatas fritas y una salsa tártara. La “merluza frita enfadada” es una receta popular entre los niños. Se prepara de manera que tenga su cola entre las mandíbulas.
Es importante señalar que, como muchos pescados, la merluza puede provocar reacciones alérgicas en algunas personas. Debido al alto riesgo sanitario, el consumo de este pescado está desaconsejado para las mujeres embarazadas. Además, los individuos inmunodeprimidos deberían abstenerse de comerlo crudo o ahumado. Lo mismo ocurre con las personas que sufren trastornos tiroideos, debido a su contenido en yodo.
Desde siempre, la pesca ha sido una fuente de alimento para el Hombre. El pescado ha sido consumido crudo, cocido o congelado. La técnica de ahumado de pescados, que se hizo común a partir del IIo milenio a.C., había marcado un hito importante en la evolución de la cocina.
Los griegos, pueblo de marineros, otorgaban un lugar privilegiado al pescado en su alimentación. Merluza, atún, mújol, dorada, salmonete y caballa figuraban habitualmente en sus menús.
Los romanos, por su parte, tenían siempre una reserva de “garum”. Se trata de una salsa condimentaria a base de pescado fermentado para condimentar sus platos. Dominaban el arte del salazón, exponiendo entre otras cosas, los alevines y la merluza al sol, hasta que su carne se secara.
Antiguamente, la merluza era considerada el plato del pobre. Hoy, figura entre los pescados magros que tienen su lugar en una alimentación equilibrada.
En el siglo XVIII, los peluqueros empolvaban las pelucas que eran corrientes en la época. Estaban cubiertos de polvo, como las merluzas envueltas en harina antes de ser fritas. En la época, “ir donde el merlan” significaba simplemente “ir al peluquero”.
“Tener ojos de merluza frita” se utiliza en un contexto amoroso, para designar los ojos lánguidos de una persona que mira embelesada al elegido/a de su corazón.
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