
Características de la Guinda
- Nombre: Guinda
- Reino: Plantae
- Subreino: Tracheobionta
- División: Magnoliophyta
- Clase: Magnoliopsida
- Subclase: Rosidae
- Orden: Rosales
- Familia: Rosaceae
- Subfamilia: Prunoideae
- Género: Prunus
- Especie: Prunus cerasus
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A veces, una guinda designa tanto al árbol como al fruto, aunque el término guindo existe en el lenguaje común. También llamada cereza ácida, esta fruta comestible tiene un sabor agrio y ofrece múltiples posibilidades de recetas dulces y saladas.
Con el nombre científico Prunus cerasus, la cereza ácida pertenece al género Prunus y forma parte de las Rosaceae. En este sentido, es de la misma familia que los frutos con hueso como la ciruela y el albaricoque. Esta especie proviene del suroeste de Asia y Europa, aunque su origen silvestre es difícil de rastrear. En Francia, su distribución cubre principalmente la parte norte del país.
De entrada, el guindo se distingue del cerezo silvestre por su tamaño más modesto, con ocho metros de altura máxima. Sus hojas son más cortas y sus flores, más pequeñas.
La guinda es reconocible por su color oscuro, que va del rojo intenso al negro brillante. Esta drupa jugosa mide en promedio 1,5 cm de diámetro. Por su aspecto, presenta mucha similitud con cualquier otra variedad de cereza. Hay que probar y reconocer el sabor agrio para diferenciarla.
El color y la acidez permiten distinguir dos variedades de esta fruta. Por un lado, la amarelle corresponde a una drupa marrón, ácida con jugo más claro. También se conoce como “amarena italiana” o “cereza de Montmorency”. Por otro lado, la Morel es muy ácida con un jugo más oscuro. Sin embargo, es importante distinguirla de la planta hierba mora, que pertenece al género Solanum. La zona geográfica y el clima explican los matices de sabor y color entre las variedades. Estas características también orientan el uso de la fruta. La cereza de Montmorency es apreciada por su pronunciada acidez, lo que explica su transformación en aguardiente, entre otros. En cuanto a la guinda de Moissac, su pulpa jugosa y dulce la hace interesante para la elaboración de mermeladas.
La guinda contiene nutrientes que explican su sabor, su color así como sus beneficios para el organismo. Esta fruta contiene vitaminas, magnesio, fósforo y potasio. Es poco calórica al tiempo que tiene un bajo contenido en proteínas y lípidos. Se trata de una drupa repleta de agua.
La siguiente tabla especifica el contenido de nutrientes por 100 g:
Nutrientes | Contenido |
Agua | 82,2 g |
Carbohidratos | 12,7 g |
Magnesio | 11,2 g |
Proteínas | 1,16 g |
Fibras | 1,7 g |
Potasio | 0,2 g |
Energía | 63,7 kcal |
Cobre | 0,1 mg |
Zinc | 0,1 mg |
Manganeso | 0,11 mg |
Hierro | 0,32 mg |
Sodio | 3 mg |
Fósforo | 15 mg |
Calcio | 16 mg |
Beta-caroteno | 0,77 mg |
Vitamina C | 10 mg |
Vitamina B1 | 0,03 mg |
Vitamina B2 | 0,04 mg |
Vitamina B3 | 0,4 mg |
Vitamina B5 | 0,14 mg |
Vitamina B6 | 0,044 mg |
Vitamina B9 | 0,008 mg |
Vitamina K1 | 0,0021 mg |
Vitamina E | 0,07 mg |
Las virtudes de la guinda son múltiples gracias a su composición. Entre otras, contiene antioxidantes y antiinflamatorios. Esta fruta muestra propiedades hidratantes y refuerza la salud cardíaca, además de proteger los vasos sanguíneos. También mejora el tránsito intestinal.
La guinda roja contiene fibras y mucha agua. Juntos, estos componentes previenen el estreñimiento y favorecen el buen funcionamiento de los intestinos. También ayudan a mantener una buena salud digestiva. El organismo se beneficia de los efectos refrescantes e hidratantes de esta drupa.
La guinda proporciona potasio y cobre. Estos minerales intervienen en la regulación de la presión arterial y en el buen funcionamiento del sistema inmunológico. Estimulan la formación de glóbulos rojos y mejoran la transmisión del impulso nervioso. Estos elementos también son beneficiosos para la contracción muscular, incluida la del corazón.
El fruto del guindo contiene carbohidratos, principal fuente de energía para las células, los músculos y el cerebro. El sabor dulce del Prunus cerasus es, por tanto, beneficioso para el cuerpo. Los carbohidratos juegan un papel importante, ya que el cerebro consume 120 g al día. El aporte de este nutriente con el consumo de esta fruta asegura así el buen funcionamiento del cerebro.
La guinda aporta vitamina C al organismo, cubriendo aproximadamente el 9% de las necesidades diarias. Este nutriente constituye un antioxidante que refuerza la inmunidad y lucha contra el estrés oxidativo. Los radicales libres son conocidos por causar muchos daños, especialmente el envejecimiento prematuro de las células. La vitamina C y sus virtudes ayudan a prevenirlo.
El magnesio contenido en la composición de la guinda es indispensable para el funcionamiento óptimo de los músculos. Previene los dolores relacionados con las contracturas musculares como calambres y espasmos. Consumir esta fruta después de un esfuerzo físico intenso o un estado de estrés ayuda así a aliviar las tensiones a nivel muscular.
Los polifenoles figuran entre los componentes bioquímicos de la guinda. En este sentido, esta fruta muestra una acción protectora al prevenir las enfermedades cardiovasculares. Preserva los vasos sanguíneos y mantiene una buena función cardíaca. Por consiguiente, reduce considerablemente la aparición y los factores de riesgo de problemas cardiovasculares.
Gracias a los antiinflamatorios naturales que contiene, el Prunus cerasus alivia los dolores relacionados con inflamaciones como la gota y la artrosis.
Al pertenecer a la misma familia botánica, la guinda y la cereza tienen características comunes. Sin embargo, se distinguen por su textura y sabor. Se identifica la cereza por su pulpa más firme y más dulce. En cuanto a la guinda, ofrece un sabor más ácido y una textura más tierna.
Se reconoce la calidad de esta drupa por su piel lisa, roja y brillante. Su firmeza al tacto y su pedúnculo verde también indican su frescura. Una buena guinda contiene una pulpa tierna en su interior.
Delicada, la cereza ácida se conserva al abrigo de la luz, la humedad y el calor. Prefiere así un lugar fresco y seco para una conservación durante aproximadamente dos o tres días. Antes de poner esta fruta en el congelador, conviene quitarle el hueso y ponerla en una bolsa o en una caja hermética. En caso de conservación en aguardiente, se recomienda utilizar un tarro esterilizado.
Con una temporada breve, la guinda se presta a numerosas preparaciones con el fin de prolongar su conservación. Representa un ingrediente estrella de las recetas de postres. También se integra en platos salados para realzar el sabor con su acidez.
Esta fruta del guindo requiere tomar algunas precauciones previas durante su preparación. Hay que empezar por lavarla delicadamente con agua fría. Se aconseja no quitar el pedúnculo en esta etapa para preservar el jugo. Luego, hay que retirar delicadamente el hueso después de haber quitado el rabo. Un clip o un deshuiesador conviene. Se recomienda endulzar bien la fruta para suavizar la acidez y hacer su sabor más agradable.
La guinda se consume de múltiples formas en las preparaciones culinarias dulces. Puede cocinarse en compota o en mermelada, y resulta especialmente interesante por su sabor ácido. En confitería, encuentra un gran éxito con el chocolate y la crema de licor. Para una confitería casera, basta con sumergir la drupa en chocolate. También se prepara en clafoutis y constituye un ingrediente típico para realizar una tarta, un bizcocho de frutas o un pastel. Sin embargo, siempre es necesario añadir azúcar en cantidad considerable para endulzarla. Los más valientes pueden probar a mordisquear guinda cruda. Los postres helados o un tiramisú también combinan muy bien con esta fruta.
Numerosos platos salados contienen cereza ácida en sus recetas. Su sabor ácido realza el gusto de los platos de carnes blancas o aves. La guinda se combina con la ternera, la caza, el pollo o incluso el cerdo. Se asocia con el foie gras, ya sea semicocido o a la plancha.
El guindo es el resultado de un cruce natural entre dos especies: el cerezo silvestre y el cerezo de las estepas. El área de distribución de este pequeño árbol en Francia cubre principalmente la región norte. Su cultivo en Francia se remonta a la Edad Media, donde su principal uso era la conservación en aguardiente. Escritores como Rousseau y Voltaire la mencionaron en sus obras, testimoniando el conocimiento de la fruta desde esa época.
El arbusto crece en estado silvestre o cultivado en países europeos como Alemania y Polonia, entre otros. En estado silvestre, se encuentra cerca del mar Caspio, cerca de su tierra de origen. Su resistencia al frío le permite existir en países como Rusia y Ucrania, entre otros. Otras regiones del mundo producen guindas, como Irán y Turquía. La denominación guinda deriva de la palabra occitana agriota, de la raíz agre, que se traduce como agrio.
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