
Características del Grosellero
- Nombre: Grosellero
- Reino: Plantae
- Subreino: Tracheobionta
- División: Magnoliophyta
- Clase: Magnoliopsida
- Subclase: Rosidae
- Orden: Rosales
- Familia: Grossulariaceae
- Subfamilia:–
- Género: Ribes
- Especie: Ribes rubrum
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Además del color rojo característico de la grosella, también existen variedades amarillas y blancas de esta baya. Rica en pectina, vitamina C y antioxidantes, se transforma principalmente en gelatina. También se consume cruda como tentempié o en preparaciones culinarias. Se conoce con varios nombres según las regiones, como “raisinets” en Suiza o “cassis” en Canadá. Es apreciada tanto por su sabor ácido como por sus beneficios.
La grosella es una fruta que crece en un arbusto de la familia de las Grossulariáceas, el Ribes. Este mide hasta 1,5 m de altura. Sus tallos tienen hojas con tres lóbulos dentados agrupados de tres o cinco. Sus pequeñas flores verdes dan origen a diminutas bayas inicialmente verdes, que luego adquieren tonos anaranjados antes de volverse rojas al madurar. De forma redonda y con un diámetro de aproximadamente 8 a 10 mm, la fruta contiene una pulpa jugosa cuando alcanza una etapa avanzada de desarrollo. Contiene minúsculas semillas comestibles.
Las grosellas están compuestas por más del 80% de agua (82,1 g por 100 g). Contienen ácidos orgánicos y un notable contenido de vitamina C (29,8 mg por 100 g). Además, contienen cantidades respetables de minerales, vitaminas y oligoelementos. En cuanto a su aporte de proteínas, carbohidratos y lípidos, los valores por 100 g son respectivamente 1,56 g, 7,06 g y 0,7 g.
Las fibras son más numerosas en la fruta del Ribes en comparación con otras bayas. Ubicadas en la piel y los granos, la mayoría de ellas se califican como insolubles. Proporcionan una acción positiva en el tránsito intestinal gracias a su contenido de celulosa y lignina. Las grosellas también contienen nutrientes llamados solubles como la pectina. Estos son más suaves para la flora digestiva. Por lo tanto, esta fruta debe consumirse con moderación en personas con intestino irritable. Por las mismas razones, no se recomienda su introducción en la alimentación de niños pequeños antes de los dos años.
Las grosellas son una buena fuente de vitamina C, y una porción de 125 g cubre casi la mitad de la ingesta diaria recomendada. Este antioxidante es particularmente importante para el sistema inmunológico. Contribuye a la protección celular contra los radicales libres. Esta fruta contiene, entre otras, cantidades significativas de vitaminas E (1,19 mg por 100 g) y B5 (0,65 mg por 100 g). La primera también es un potente antioxidante protector de las membranas celulares. En cuanto al ácido pantoténico, juega un papel en el metabolismo energético.
En proporciones más moderadas, el betacaroteno es necesario para la producción de vitamina A, esencial para la visión y el crecimiento. Su contenido en la fruta del Ribes es de 0,0256 mg por 100 g. La baya también contiene vitaminas K1 (0,00206 mg), B1 (0,041 mg), B2 (< 0,01 mg), B3 (0,18 mg), B6 (0,03 mg) y B9 (0,0118 mg).
Además de sus aportes vitamínicos, la grosella también proporciona al organismo numerosos minerales y oligoelementos esenciales. El cobre (0,09 mg por 100 g), en particular, es reconocido por sus efectos antioxidantes. Además, el potasio (230 mg por 100 g) es importante para el sistema cardiovascular. Debido a su asociación con los ácidos orgánicos de la grosella, también favorece el equilibrio ácido-base. Por otra parte, resulta necesario para la buena salud ósea. La composición mineral completa de esta fruta por cada porción de 100 g incluye:
Concretamente, el consumo de esta baya resulta beneficioso después del esfuerzo físico para facilitar la eliminación del ácido láctico.
Los polifenoles son antioxidantes naturales que tienen propiedades antiinflamatorias y antimicrobianas. La grosella, especialmente la variedad roja, es rica en antocianinas responsables de su color. Por lo tanto, contiene más en comparación con la variedad blanca. Asociados a los taninos, estos compuestos confieren a las grosellas su sabor astringente. Actúan conjuntamente con las vitaminas C y E, así como con el cobre para luchar contra el estrés oxidativo. Su acción combinada ralentiza el envejecimiento celular.
Muchas frutas rojas son reconocidas por sus virtudes nutricionales y este es precisamente el caso de la grosella con su composición equilibrada. Baja en calorías, contiene una notable concentración de nutrientes con propiedades beneficiosas para la salud.
Las frutas del Ribes contienen una cantidad significativa de compuestos fenólicos y flavonoides. Estos nutrientes antioxidantes les confieren virtudes preventivas innegables. Al atrapar eficazmente los derivados reactivos del oxígeno, protegen las células contra el estrés oxidativo. Este último está implicado en los fenómenos de envejecimiento. Su acción antiradicalaria también permite luchar contra el desarrollo de ciertas afecciones relacionadas con la inflamación crónica o las alteraciones celulares.
Numerosos estudios observacionales asocian el consumo regular de bayas rojas, incluidas las grosellas, con una reducción del riesgo cardiovascular. Este efecto protector resultaría principalmente de su aporte en polifenoles, especialmente los flavonoides antocianos. Actuando sobre la oxidación y la inflamación, estos compuestos previenen la aterosclerosis y favorecen la vasodilatación. Aunque faltos de precisión, algunos estudios clínicos notan su capacidad para disminuir la presión arterial y mejorar el perfil lipídico.
La diabetes tipo 2 es una enfermedad que forma parte de los factores de riesgo cardiovascular. Sin embargo, varios estudios observacionales a largo plazo sugieren que un mayor consumo de frutas reduce la probabilidad de desarrollar esta patología. Los polifenoles de las grosellas parecen ser la causa. Experimentalmente, mejoran la sensibilidad a la insulina y reducen la asimilación de carbohidratos. En animales diabéticos, los extractos de bayas permiten un mejor control de la glucemia. Algunos ensayos clínicos también muestran efectos beneficiosos sobre la inflamación y la resistencia a la insulina. Aunque preliminares, estos resultados alientan la continuación de las investigaciones. Permitirán confirmar el potencial preventivo de estas frutas frente a la diabetes tipo 2.
La grosella se caracteriza por un notable contenido de pectina, una fibra vegetal con acción gelificante. Es reconocida por su efecto saciante y protector de la mucosa intestinal. También contribuye a la disminución del nivel sanguíneo de colesterol. Al atrapar este último, favorece su eliminación y reduce así los riesgos cardiovasculares relacionados con su acumulación.
La grosella es rica en fibras alimentarias. Una porción modesta ya cubre cerca de una quinta parte de las recomendaciones diarias. Además de su acción positiva sobre la glucemia y el colesterol, apoyan el equilibrio de la flora intestinal. Favorecen así un tránsito regular, reduciendo el riesgo de estreñimiento. Esta fruta también tiene la capacidad de saciar duraderamente limitando al mismo tiempo el aporte calórico.
El magnesio de la grosella participa en el equilibrio hormonal. Está implicado en la síntesis de neurotransmisores clave para la regulación del estrés y del humor, incluyendo la serotonina. Además, este mineral limita la inflamación de bajo grado en el organismo. Ejerce un efecto protector a nivel celular.
El consumo de polifenoles podría contribuir a la prevención de la obesidad. En efecto, algunos trabajos muestran que las antocianinas de las grosellas favorecen el gasto energético y la saciedad. También limitan el almacenamiento de grasas. Actuando sobre varios órganos clave, incluyendo el hígado y el tejido adiposo, frenan el aumento de peso.
Numerosos estudios sugieren que las pequeñas bayas rojas ejercen una acción protectora sobre el cerebro. Estos compuestos antioxidantes y antiinflamatorios son susceptibles de atravesar la barrera hematoencefálica. Mejoran la irrigación y la oxigenación cerebral. En animales, su suplementación aumenta la plasticidad neuronal y las facultades cognitivas. Los ensayos clínicos también revelan que un consumo regular de grosellas puede favorecer la memoria y las capacidades intelectuales de personas mayores.
La fruta del Ribes se agrupa en racimos. Esta baya redonda comestible está disponible en diversas variedades, desde el rojo al blanco, pasando por el violeta o el amarillo. Para hacer una elección acertada, opte por una fruta firme con piel lisa y un bonito color vivo, sin signos de aplastamiento.
Conviene no exceder el tiempo de conservación de dos a tres días en el refrigerador para preservar sus cualidades gustativas y nutricionales. Para un consumo posterior, la congelación resulta práctica. Cualquiera que sea el método de conservación, un simple enjuague es necesario antes de la degustación.
La grosella se presta a numerosas preparaciones culinarias. Debido a su riqueza en pectina, es particularmente adecuada para compotas, jaleas y mermeladas. Estas se realizan después de una cocción lenta en agua o a partir del jugo. Esta baya roja también puede incorporarse a pasteles como tartas o bizcochos.
Consumida al natural, su sabor ácido se aprecia solo o en ensalada de frutas. Combina bien con las peras. Sin cocción, puede añadirla a preparaciones lácteas como yogures y quesos blancos. Por otra parte, su pulpa proporciona deliciosos sorbetes caseros.
Originaria de Asia y Europa del Norte, el cultivo de la grosella se desarrolló en la Edad Media en Europa. Además, Lorena es famosa por su mermelada sin pepitas elaborada de manera delicada. Apreciada por la corte francesa desde el siglo XIII, esta fruta ácida crece naturalmente en climas fríos. Aunque su cultivo desapareció en el siglo XIX en América del Norte debido a un hongo, Francia continúa produciendo cerca de 2.000 toneladas al año.
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