
Características del Apio
- Nombre: Apio
- Reino: Plantae
- Subreino: Tracheobionta
- División: Magnoliophyta
- Clase: Magnoliopsida
- Subclase: Rosidae
- Orden: Apiales
- Familia: Apiaceae
- Subfamilia: Apioideae
- Género: Apium
- Especie: Apium graveolens
Cultivado y consumido como verdura, el apio es fácilmente reconocible por sus hojas brillantes: lóbulos dentados y muy recortados. Estas se sostienen por pecíolos o costillas que miden entre 40 y 60 cm de largo. Estos tallos son huecos, gruesos y estriados. El alto contenido en agua y el olor característico bastante fuerte son otros rasgos descriptivos de esta planta herbácea bienal. Sus hojas y costillas son comestibles.
Los órganos reproductores de color blanco están dispuestos en umbelas de umbélulas que florecen de agosto a octubre. Las flores del apio son hermafroditas y se convierten en aquenios. Estos son frutos secos y esféricos que contienen las semillas de la planta.
El apio hoja posee una composición que lo hace interesante a nivel de alimentación y de salud en general. Sus valores nutricionales son sensiblemente diferentes cuando la verdura está cruda o cocida, ya sea en la especie de apio-nabo o apio-rama.
Los antioxidantes están concentrados en las semillas y las hojas. Estas moléculas protegen las células del estrés oxidativo. Esta composición permite prevenir o contribuir en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares. El apio también participa en la lucha contra ciertos tipos de cánceres. Además, gracias a los poliacetilenos que contiene, refuerza las defensas inmunitarias y posee virtudes antibacterianas. Es un buen antiinflamatorio, siempre debido a la presencia de estos antioxidantes.
Las vitaminas son indispensables para el organismo y el apio contiene una gran cantidad. Gracias a la vitamina K que se encuentra en su interior, esta verdura juega un papel importante en la coagulación de la sangre. Este micronutriente permite también mantener una buena salud ósea. Su proporción en vitamina B6 le ayuda a participar en el metabolismo de las proteínas. Además, estimula la formación de glóbulos rojos. La vitamina C que contiene favorece la absorción del hierro y refuerza la inmunidad. Además, se trata de un nutriente que estimula la producción de colágeno y la cicatrización de heridas. Los folatos encontrados en esta verdura resultan necesarios para el desarrollo del feto en mujeres embarazadas. Esta forma de vitamina B9 previene malformaciones del tubo neural y favorece la formación de la placenta.
El Apium graveolens contiene también 50 mg de calcio, un mineral esencial para la salud de los huesos y los dientes.
Esta verdura aporta pocas calorías: 15 kcal por 100 g de apio-rama y 20 kcal por 100 g de apio-nabo. Está prácticamente desprovista de proteínas y lípidos. Su alto contenido en agua (93 g y 90 g) le confiere propiedades hidratantes y diuréticas.
Nutrientes | 40 g o 20 cm o una rama de apio crudo | 80 g o 125 ml o ½ taza de apio hervido, escurrido |
Calorías | 6 | 14 |
Lípidos | 0,1 g | 0,1 g |
Proteínas | 0,3 g | 0,7 g |
Fibras | 0,6 g | 1,1 g |
Carbohidratos | 1,2 g | 3,2 g |
Los tallos crujientes contienen muchas fibras alimentarias. Estas ramas contienen también celulosas, elementos que le confieren a esta verdura un efecto saciante. Además, este nutriente es reconocido por favorecer el buen funcionamiento del sistema digestivo. El contenido en fibras del apio lo convierte en una verdura beneficiosa para el organismo, especialmente en la regulación del nivel de azúcar en la sangre. Por consiguiente, su consumo es recomendado para personas diabéticas.
Integrar el apio en su alimentación permite aprovechar todos sus beneficios para la salud.
El Apium graveolens participa en la eliminación de toxinas y desechos del organismo. Actúa así como diurético natural que mantiene el buen funcionamiento de los riñones. Drena eficazmente el cuerpo y previene problemas como la retención de agua y los cálculos renales. El potasio y las vitaminas le confieren a esta verdura todas estas propiedades drenantes.
Gracias al poliacetileno que contiene, este vegetal calma los dolores relacionados con las inflamaciones. Actúa naturalmente sobre problemas respiratorios como el asma y la bronquitis. Su consumo también alivia dolores articulares, sean crónicos o no.
El apio ayuda a las personas que sufren de trastornos del sueño a dormir bien. El contenido en magnesio y calcio lo convierte en un aliado para luchar contra las dificultades en el sistema nervioso. Muestra una acción calmante y relajante que favorece el sueño.
Para ralentizar el envejecimiento de las células y los efectos negativos de los radicales libres, esta verdura de hoja es un buen remedio. Contiene antioxidantes que luchan contra el estrés oxidativo. Los carotenoides en el apio mantienen la buena salud de las células de la piel.
Las fibras juegan un papel predominante en la regulación de la glucemia. Estos nutrientes están presentes en gran cantidad en esta planta. Así, su consumo regular participa en el tratamiento o la prevención de la diabetes. Por un lado, reduce los factores de riesgo; por otro lado, controla el nivel de azúcar en la sangre.
El apio favorece un buen estado de salud gracias a su poder alcalinizante. Concretamente, las bases contenidas en este alimento aumentan o restablecen el pH neutralizando los ácidos. Contribuye así al equilibrio ácido-básico.
Esta verdura ayuda a regular el tránsito intestinal y constituye un prebiótico natural. Previene problemas digestivos como los gases y el estreñimiento. Estimula la producción de bilis y ayuda al estómago a digerir las grasas.
La mejor elección en alimentación sigue siendo una verdura procedente de la agricultura ecológica. Este consejo se aplica al apio rama, cuya cosecha se efectúa generalmente de julio a enero.
Un buen apio presenta ramas crujientes, firmes y jugosas, con hojas verdes y tiernas. Para la conservación, hay que guardarlo en un lugar fresco en un paño húmedo. Se conserva como máximo 4 días en el refrigerador.
Esta verdura se presta tanto para recetas con o sin cocción.
Para la preparación, hay que lavar cuidadosamente el apio antes de quitarle los filamentos. Para ello, hay que tirar de las fibras que recorren el tallo desprendiéndolas desde la base hacia arriba.
Las costillas y las hojas son las partes utilizadas en cocina, ya que se aprecian por su sabor pronunciado y la textura crujiente. Se añaden fácilmente a sopas, salsas y vinagretas. Por su parte, las semillas liberan un aroma ligeramente anisado y dulce, lo que explica su uso como especia. Aromatizan platos a base de pescado o de verduras, entre otros.
El apio crudo se degusta en ensalada, como entrante, como tentempié y como aperitivo. También puede prepararse en zumo con otras frutas y verduras para obtener una bebida refrescante.
Constituye un ingrediente muy solicitado en sopas, cocidos, caldos cortos, guisos de verduras, quiches y otros platos cocinados.
El origen de la palabra “apio” es italiano, proveniente del término seleri, que a su vez se traduce del latín selinon. Esta etimología recuerda su denominación en la civilización griega en la Antigüedad, selenon, que significa planta de la luna. Esta verdura lleva varios otros nombres vernáculos, entre ellos perejil de los pantanos, apio de los pantanos, apio fétido o apio oloroso. Esta designación proviene de su antigua denominación apio, término derivado del latín apia.
Originario de Asia y Europa, el apio crece en regiones pantanosas y zonas húmedas. Desde la Antigüedad, es sobre todo conocido y explotado por sus propiedades aromáticas y medicinales. Su consumo como verdura en Occidente se remonta a la Edad Media, pero ya estaba presente en las cocinas orientales 500 años antes de Cristo. Las primeras trazas de cultivo de las variedades de apio datan de 1806. Los asiáticos reconocieron desde hace mucho tiempo las virtudes terapéuticas de las semillas de esta planta.
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