
Características del chofar
- Clasificación: instrumento de viento
- País de origen: Israel
- Materiales: cuerno de carnero, antílope, cabra o animal kosher
- Tesitura: una octava
- Género de música: –
- Músicos célebres: –
- Canción emblemática: –
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Citado en unos cincuenta versículos bíblicos, a menudo con la expresión “el sonido del cuerno”, el shofar tiene múltiples significados. Ante todo, es un instrumento de viento que pertenece a la familia de los metales. Además, representa un objeto de culto utilizado en la tradición judía desde la Antigüedad hasta hoy. Por último, su melodía particular y sus diferentes funciones lo convierten en un material delicado y precioso, portador de significados profundos para sus usuarios.
Para empezar, es importante señalar que el shofar tiene varias variantes ortográficas, pero todas se refieren al mismo objeto. De hecho, se escribe de muchas maneras, como shofar, chofar, shophar, choffar o incluso schofar.
En la Biblia, la expresión “el sonido del cuerno” suele sugerirlo. A veces, la palabra “cuerno” es suficiente para evocarlo. Este instrumento de viento se caracteriza por una tesitura de una octava, con algunos armónicos. Viene en diferentes tamaños, y su dimensión varía según el material con el que está fabricado.
El shofar ha atravesado siglos y fronteras, y esta expansión ha dado origen a sus diferentes tipos en el mundo. Así, cada comunidad tiene su shofar, distinto según su forma, sonoridad y utilización.
Los ejemplares comúnmente empleados en España son rectos y planos. Esta característica se explica por el hecho de que los judíos de antaño no tenían derecho a poseer (y mucho menos a usar) un shofar. Por ello, lo confeccionaron en esta forma para poder deslizarlo discretamente en su cinturón. Se trata del aspecto tradicional del instrumento, también mantenido en África septentrional.
El modelo de shofar que se encuentra en Polonia presenta la misma forma que el de España, pero difiere en el nivel de sonoridad producida. Esta resulta más lastimera, ligeramente ahogada. Esta elección se justifica por el uso del objeto, que servía inicialmente para anunciar la guerra. Este matiz de utilización no estuvo exento de consecuencias, porque hubo confusión entre las comunidades judías de España y Polonia. En efecto, para las primeras, el sonido del cuerno anunciaba la fiesta de Rosh ha-Shana, mientras que las segundas lo interpretaban como una alerta de ataque. De común acuerdo, el sonido del instrumento sufrió modificaciones notables para poder distinguir los dos significados.
Los judíos de los Países Bajos han privilegiado más la practicidad, adoptando un shofar de cuerno de cabra, cómodo de trabajar gracias a su forma naturalmente recta. Por su parte, las comunidades yemeníes eligen el cuerno de carnero o de una especie de antílope del desierto. El tipo de instrumento terminado es identificable por su aspecto alargado y torcido.
Por último, este aerófono existe en otra variante: la confeccionada con cuerno de macho cabrío, reconocible por su gran longitud. Para todos los shofars, el extremo estrecho del cuerno constituye la boquilla.
El shofar, derivado de un término hebreo que significa “cuerno de carnero”, aparece muchas veces en la Biblia. Se evoca como largas sonorías en contextos variados. Su conocimiento y uso, asociados al judaísmo y a las tradiciones judías, se remontan a milenios. Particular por su sonoridad y su alcance, cuenta entre los instrumentos acústicos utilizados desde hace mucho tiempo para crear conexiones espirituales.
El cuerno juega un papel preponderante en la historia del pueblo judío. Por ejemplo, su retumbar señaló a Josué y a sus hombres que debían derribar las murallas de Jericó. Este objeto encarna a la vez el poder divino y la fuerza guerrera. Ha sido solicitado en las numerosas guerras a las que el pueblo de Israel tuvo que enfrentarse. Llamada al combate, entronización del rey y otros momentos oficiales han hecho resonar el sonido de este instrumento.
Actualmente, el shofar resuena en múltiples ocasiones: ruptura del ayuno, Rosh ha-Shana, Yom Kippur, etc.
La fabricación de este instrumento emblemático de las sinagogas se hace respetando totalmente una serie de etapas tan determinantes las unas como las otras. Por lo tanto, su factura corresponde a una artesanía tradicional que combina el dominio del saber hacer ancestral y el conocimiento de las posibles modernizaciones.
El material principal del shofar es el cuerno, de aproximadamente 9 kg antes de deshuesar. El instrumento terminado pesa 0,7 kg, es decir, 700 g. El animal de origen varía en función de las especificidades esperadas, de las regiones y de las tradiciones.
Por consiguiente, existen shofars hechos con cuerno:
El cuerno de bovino está prohibido, debido al pecado del Becerro de oro, que se remonta al Éxodo. La elección original del carnero no es casual, ya que este ovino hace referencia a la atadura de Isaac o al sacrificio de Abraham. En este sentido, desde su material, el shofar es portador de significados profundos, como la forma naturalmente curvada del cuerno que simboliza la humildad y el arrepentimiento.
Sin embargo, debido a la falta de ganado menor en su territorio, Israel recurre a la importación de cuernos para fabricar estos instrumentos de culto. Sus principales proveedores son notablemente los países del Magreb (Marruecos y Argelia), pero también Egipto y países de África del Sur. Nueva Zelanda y Australia constituyen otros importadores de cuernos con destino a la Tierra Prometida.
La etapa de importación resulta delicada, ya que cerca del 70% de las mercancías importadas no acaban convirtiéndose en shofar. Los cuernos son transportados por vía marítima, y los riesgos de fractura y de fisura son elevados. Cualquier anomalía hace el objeto impropio para la fabricación, siendo su sonoridad y su pureza intrínsecas al estado de su material. Fuera de los incidentes durante el trayecto, el mecanizado también expone a otros riesgos de fisura. Los artesanos privilegian los cuernos largos de al menos 50 cm para asegurarse de su solidez.
El shofar es el resultado de un proceso de fabricación riguroso, conforme a un ritual estricto, que dura en total dos o tres horas. Antiguamente, este plazo se extendía hasta tres meses. Su factura respeta varias fases esenciales, a saber, el calentamiento, la alineación, la perforación, el pulido y la decoración. Además, el trabajo del cuerno influye en la calidad sonora. Cuanto menos se manipula, más emite un sonido natural. Los fabricantes tienen esto en cuenta al tomar el pedido.
Varias técnicas son confidenciales, como la separación del cuerno del hueso. Esta requiere un saber hacer ancestral que consiste en preservar la integridad del material. La maniobra se efectúa a mano con un martillo. Sigue un ritual de verificación de la naturaleza kosher o no del cuerno. Cualquier defecto en el interior, como una fisura o un agujero, hace el material impropio. Puede resultar de golpes de martillo durante la separación o constituir una anomalía de origen. En cambio, una imperfección externa es tolerada por la ley judía, en este caso la Halakha.
El shofar proviene de un trabajo de precisión, cuya primera etapa es vaciar la pieza de su médula. Después de un año de secado, es calentada en el horno para someterse a un tratamiento de esterilización a altas temperaturas. El cuerno, ablandado por el calor, se vuelve suficientemente maleable para ser enderezado según las necesidades. Algunas piezas llegan rectas y salen curvadas, y otras a la inversa. Frecuentemente, la mitad de los cuernos calentados se rompen durante el proceso de alineación.
Después del enderezamiento, el material previsto para la fabricación del shofar pasa a la perforación. Consiste en perforar delicadamente la boquilla y la parte hueca por medio de un hierro caliente. Siendo el cuerno constituido de queratina, extremadamente sensible al calor, esta etapa resulta arriesgada. Las competencias y el rigor de los fabricantes son puestos a prueba. Numerosas piezas no resisten a este proceso.
Pasado este tratamiento, el trabajo en la boquilla puede comenzar. Se trata de preparar el instrumento según el sonido buscado, conforme a la tradición de la comunidad que lo va a utilizar. En efecto, las necesidades difieren y este extremo varía en función. El tamaño del agujero realizado durante la perforación influye en el tipo de sonido producido. Por ejemplo, un pequeño agujero da un sonido fino. Un shofar con una boquilla pequeña interesa más a los experimentados. Los novatos buscan un modelo donde esta parte es más ancha. En cuanto a los niños, se adaptan a todo, naturalmente predispuestos a soplar en el cuerno.
La etapa de pulido del shofar puede ser realizada tradicionalmente, es decir, a mano. Sin embargo, el trabajo se anuncia fastidioso y lento. El fabricante procede al raspado y lijado. Estas operaciones apuntan a quitar las capas rugosas. El pulido manual caracteriza los ejemplares antiguos. Más tarde, la técnica ha evolucionado, y los fabricantes utilizan máquinas para pulir los cuernos. Estos últimos presentan un aspecto brillante y liso. En función del pedido, el instrumento sufre aún otros perfeccionamientos estéticos, como el grabado, la pintura u otra decoración. Existen shofars incrustados de plata o de piedras.
La fabricación del shofar es un saber hacer ancestral judío. En efecto, la tradición se transmite de padre a hijo. La empresa Bar-Sheshet (fabricante desde 15 generaciones) y la de Abraham Rybak aseguran el 70% de la producción mundial. En promedio, 5.000 shofars salen de sus talleres cada año, de los cuales el 50% van a la exportación.
El shofar reviste dimensiones espirituales importantes. Su primera función es despertar la conciencia, especialmente cuando el sonido del cuerno resuena en Rosh ha-Shana. Este momento corresponde al primero de los diez días que preceden a Yom Kippur. Recuerda a los judíos la importancia de la penitencia y del retorno a Dios.
Este objeto de culto evoca también el recuerdo del monte Sinaí, durante la revelación del Eterno. En su tercera función, simboliza la comunión del pueblo judío con Dios, en memoria de la destrucción del templo de Jerusalén. Este instrumento de música de viento recuerda también el Juicio final y el Gran perdón. Está vinculado a otras ceremonias y símbolos religiosos, incluida la entrega de la Torá, la coronación de un rey así como el reagrupamiento mesiánico.
Las personas de confesión judía distinguen los cuatro principales sonidos del cuerno que constituyen el repertorio del shofar.
A cada toque corresponde un momento definido:
El shofar se declina en una multitud de tamaños, en función de su materia prima. La respiración ejerce una presión en el interior del cuerno, y de esta acción se produce el sonido del instrumento.
Esta tarea incumbe al fabricante que efectúa el ajuste durante la etapa de factura. Existen cuernos de tonalidad débil, fuerte, quejumbrosa, rugosa o incluso grave. El tratamiento del cuerno para llegar a estos matices sonoros permanece como un secreto celosamente guardado desde generaciones. Por consiguiente, no existe un ajuste propiamente dicho por parte del usuario, siendo el sonido predefinido en el pedido.
Por la fragilidad de su material y su carácter precioso, el shofar exige algunas precauciones. Por ejemplo, se recomienda guardarlo en un lugar ventilado y al abrigo del sol. Se desaconseja almacenarlo en plástico, sino más bien envolverlo en tejido. Algunas bolsas de almacenamiento típicamente judías disponen de un compartimento o de un bolsillo específico. El almacenamiento en condiciones desfavorables expone este aerófono a riesgos de deslucimiento, hinchazón, putrefacción o taponamiento.
La limpieza se efectúa con alcohol o arak, bebida alcohólica típica del Mediterráneo oriental. Cualquier otro líquido altera el shofar, estando esencialmente compuesto de materia orgánica. Además, esta operación debe ser corta, a riesgo de dañar el instrumento.
Por último, es esencial recordar que la reparación resulta costosa, ya que debe utilizar el mismo material. Ninguna materia extraña debe integrar esta restauración. Un shofar dura de media cuarenta años, contra una decena solamente para las versiones antiguas.
Quien sopla en el shofar se llama « Baâl Tokéa » o « Tokéa », término que significa “tañedor del shofar” o “maestro del shofar”. Le corresponde enseñar las técnicas de interpretación, transmitiendo las tradiciones y los diferentes significados de los sonidos del repertorio.
Para iniciarse en este instrumento, he aquí algunos consejos prácticos:
La tensión de estos últimos impacta directamente en la calidad sonora. Por ejemplo, la nota se vuelve más aguda a medida que están tensos. Algunos ejercicios permiten también entrenarse, como el de apretar y aflojar los labios soplando o hacerlos vibrar para obtener un zumbido o un ruido de elefante.
La elección de un shofar implica verificar la presencia de fisuras en el interior y de imperfecciones de todo tipo que lo hacen impropio. El uso de sustancia extraña como el pegamento para reparar fisuras lo desnaturaliza igualmente. Los más exigentes reclaman un certificado de autenticidad o consultan a un conocedor para proceder a todas estas verificaciones.
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