
Características de la Carraca
- Clasificación: instrumento de percusión
- País de origen: –
- Materiales: madera
- Tesitura: –
- Género musical: –
- Músicos célebres: –
- Canción emblemática: –
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La matraca, también denominada “brouan” o “tartuleuil”, es un instrumento musical idiófono que se remonta a la Edad Media. Está presente en numerosos países europeos bajo diferentes denominaciones, según las regiones. En Luxemburgo, se conoce con el nombre de “jarre”. Simple en su diseño y uso, los niños también la consideran como un juguete.
La matraca, de sonajero o de molinete, existe en diferentes tamaños. La versión miniatura es de 5 cm, la más grande puede alcanzar los 5 m. Consta de un mango y una parte que gira cuando está en acción. El instrumento genera un ruido al hacer rozar laminillas contra una sección dentada de la manivela. Su potente resonancia ha servido en numerosas ocasiones. A pesar de su tono ensordecedor, a veces irritante, se considera como un instrumento musical de pleno derecho. Ya sea manual o mecanizado, su principio de funcionamiento sigue siendo el mismo.
El término “matraca” parece derivar de crepitare, que significa “crujir”, pero su origen morfológico no parece convincente. Aunque esta palabra existe desde el siglo XIV en Europa, su origen preciso sigue siendo desconocido. Este instrumento ha desempeñado diversos roles históricos. Servía de alerta para señalar un peligro en la Francia medieval, debido a su potente ruido. En Quebec, antes del advenimiento de la mecanización agrícola, las mujeres de los campesinos utilizaban la matraca para llamar a sus maridos desde los campos.
En la liturgia católica anterior al Vaticano II, los monaguillos la manipulaban durante los oficios del Triduo pascual para reemplazar las campanas. En la Edad Media, también era empleada por los leprosos y las personas afectadas por otras enfermedades para anunciar su aproximación. Servía como avisador durante los ataques con gas durante las guerras mundiales. Los vendedores ambulantes la hacían funcionar para marcar su presencia. En los campos, ayudaba a alejar a los pájaros.
La matraca raramente se emplea en la música clásica. Sin embargo, resuena durante las fiestas populares y los carnavales, en los estadios y en diversos otros contextos.
Excepcionalmente, algunos compositores la han incluido en la gama de músicas de percusión:
Conocida por su timbre potente, era utilizada en los monasterios y durante las cencerradas y los carnavales, particularmente en Suiza.
En las partituras italianas, la matraca está representada por Rag. o raganella.
En Bélgica, especialmente en la región de Lieja, los niños la utilizan en lugar de las campanas, que permanecen mudas durante la cuaresma. Según las explicaciones, éstas “se han ido” a Roma para ser bendecidas.
Este instrumento de madera sigue siendo un vestigio cultural en muchas regiones de Europa. Su manipulación reviste una importancia específica, ligada al período pascual. Durante la semana anterior a la Pascua, las campanas se callan. En Alsacia o en Bélgica, especialmente en la región de Lieja, los niños se encargan de utilizarla en momentos precisos. Así, la matraca sirve para hacer sonar el ángelus y llamar a los fieles a los oficios religiosos.
En Chimay, reemplaza a las campanillas de los monaguillos. Los jóvenes aldeanos recorren su localidad haciéndola sonar por la mañana, al mediodía y por la noche, en la provincia de Luxemburgo. Esto ocurre durante los tres días que preceden al domingo de Pascua para simbolizar la alegría y la esperanza.
En Austria, especialmente en Carintia, la matraca se coloca en lugar de las campanas, mudas, del Jueves Santo. Esta práctica, que se remonta a principios del siglo XX, sirve para avisar a los trabajadores de los campos. Por otra parte, la matraca tiene un significado importante durante la fiesta judía de Purim. Suena, cada vez que se menciona a Amán, durante las celebraciones religiosas.
La matraca era un juguete popular para los niños en los años sesenta y setenta. También se escucha en las tribunas durante los partidos de fútbol. En Suiza, tiene un uso simbólico. La matraca se emplea entonces para ahuyentar el invierno y para anunciar el paso hacia la primavera.
Según una tradición, durante los tres días antes de Pascua, los niños pequeños pasean en dos filas, cada uno portando matracas voluminosas y ruidosas. Las hacen sonar cada hora, desde las 6 de la mañana hasta las 18 h, para permitir a los agricultores marcar el tiempo. Esta costumbre del recordatorio diario persiste, aunque los relojes y la radio se hayan vuelto comunes. En efecto, se sigue observando particularmente en varios municipios de Alsacia y del Este de Francia, donde se transmite de generación en generación. En Spicheren y en Kientzheim, los habitantes se transforman en “matraqueadores”. Hacen girar matracas fabricadas por sus antepasados, y cantan en dialecto local.
El sonido de la matraca es generado por el golpeteo repetitivo de una tablilla contra una rueda dentada.
El instrumento habitualmente se confecciona a mano, con dos variantes principales.
Esta versión se compone de un mango de madera y un molinete con mecanismo. El instrumento a veces está dotado de múltiples ruedas. Dientes o muescas estrechas están esculpidas en ellas. Una o varias láminas flexibles y fijas las percuten y crean un ruido seco iterativo. El movimiento de rotación del objeto sobre sí mismo emite el sonido.
Esta variante comporta un mango de madera sobre el cual están fijados un pequeño badajo pivotante y una modesta plataforma rectangular. Al agitar el instrumento, el martillo golpea alternativamente la superficie plana de cada lado del mango, y produce un sonido distintivo.
Disponen de funciones adicionales. Algunos poseen una segunda maneta situada en el extremo de la caja que contiene el mecanismo musical. Permite que la matraca sea manipulada a la manera de un pasapurés, con un mango en cada mano para efectuar un movimiento rotativo.
Otros modelos están alojados en cofres de madera, suspendidos alrededor del cuello del intérprete. Este tipo recuerda, por su utilización, ciertas cajas de música automatizadas.
La matraca funciona haciendo girar una tablilla alrededor de un eje de madera para producir el ruido. Esta técnica le confiere su timbre distintivo.
Para optimizar la durabilidad y el rendimiento de la matraca, hay que seguir algunas recomendaciones:
Después de cada sesión de práctica, guarde siempre su matraca en su estuche para protegerla de los golpes y de cualquier suciedad.
Desde la más tierna edad, la matraca ofrece una preciosa contribución al desarrollo auditivo y visual del niño. Estimula su inteligencia, su concentración y su coordinación. Brinda la posibilidad de explorar su sentido del oído y de mejorar su capacidad artística y su noción del ritmo. Además, la observación del mecanismo interno de este juguete refuerza la comprensión del funcionamiento.
La matraca facilita también el desarrollo de la motricidad y de la psicomotricidad, gracias a la manipulación y a la escucha de las tonalidades musicales. Al descubrir las verdaderas sonoridades, el niño afina significativamente su percepción y estimula su coordinación visual, motriz y auditiva. Adaptado al tamaño y a la fuerza de los más pequeños, el instrumento incita a un compromiso dinámico. Favorece el desarrollo de la atención y de la observación. La música cautivadora y la belleza óptica de la matraca atraen a los niños hacia la actividad y los sensibiliza respecto al respeto del material.
La matraca, enteramente fabricada en madera maciza, es a la vez robusta y fiable. La calidad de este material asegura su durabilidad. Cada pieza está preparada de manera que permite una concepción sin recurrir a un taladro. Una versión en madera pintada también está disponible para quienes la prefieran. France Minéraux le propone varios modelos que responden a sus necesidades.
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