Isla de Baffin, en Canadá

Descubrimiento de un continente perdido

Investigadores canadienses de la UBS (Universidad de Columbia Británica) han hecho un descubrimiento cuanto menos… sorprendente. Al analizar las kimberlitas (rocas diamantíferas), los xenolitos de peridotita y las piroxenitas, los geólogos dieron con una tierra perdida. De hecho, mientras estudiaban las diferentes rocas procedentes de la isla de Baffin, una de las más grandes del mundo, con un medio millón de kilómetros cuadrados de superficie – se dieron cuenta de que en realidad formaba parte del núcleo continental, también conocido como cratón, que pertenecía a el Atlántico Norte.

Estas rocas fueron recogidas mediante perforación por una empresa minera. Se habrían formado hace más de 2.000 millones de años, entre 150 y 400 km de profundidad, y la actividad geológica de la Tierra habría llevado estas rocas a una profundidad más accesible para la humanidad. Este asombroso descubrimiento actualiza los datos científicos de nuestro planeta Tierra, ya que este acontecimiento aumenta la superficie del Atlántico Norte en un 10%. Esta última se habría separado hace ahora 150 millones de años y se habría extendido entreEscocia y Canadá. Para los científicos que tuvieron la suerte de hacer este descubrimiento, fue como « encontrar la pieza de un rompecabezas » que se había perdido y que resurgió después de muchos años, permitiéndonos recomponerlo en su totalidad.

Un trozo de historia

No es sólo un fragmento de un cratón lo que los científicos nos ofrecen a través de esta revelación, sino también un fragmento de la historia. Al igual que Cristóbal Colón descubrió América, estos geólogos descubrieron un continente que data de mucho antes de nuestra era. Esto permitirá a los expertos reconstruir la forma de los antiguos continentes, ensamblando fragmentos y analizando la mineralogía que contienen, ya que son muy diferentes de un continente a otro y, por tanto, es fácil asociar los de un mismo origen. Según los científicos, el del Atlántico Norte es tan único que no hay duda de su origen.

Su desaparición se debería al colapso de una placa tectónica, acción también llamada rift, que habría provocado el engullimiento de este cratón. Los geólogos tomaron unas 120 muestras para su análisis y probaron muchas técnicas analíticas, que deberían permitirnos conocer mucho más sobre nuestro hogar en el planeta Tierra. Para ser más precisos sobre las técnicas utilizadas, se trata de petrografía, mineralogía, termobarometría y química de la piedra . Estos análisis deben indicar sus características estructurales y la relación de los fragmentos con la temperatura (termo) y la presión (baro).

Una apertura a nuevos descubrimientos

Podemos pensar, sin duda, que este descubrimiento abre el horizonte a decenas de otros. En efecto, ahora sabemos que se pueden encontrar elementos en zonas aún inalcanzables para el hombre y el progreso de la tecnología nos permitirá, sin duda, descubrirlos más adelante. A todo ello contribuirá, evidentemente, nuestro planeta, ya que, como hemos visto anteriormente, sus constantes movimientos, ya sean los de las placas tectónicas o los de las actividades químicas de la Tierra, hacen posible el afloramiento de rocas de millones de años. Este continente perdido despertará sin duda a nuevos geólogos, que querrán hacer el siguiente descubrimiento de este tipo.





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