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También llamado “rey de los árboles”, el roble es un símbolo de valor, potencia, fuerza, sabiduría, autoridad y conocimiento. Por esta razón, durante la Antigua Grecia, los guerreros y vencedores eran condecorados con sus hojas. En gemoterapia, el macerado de yemas de este árbol elevado interviene, entre otros, en los sistemas endocrino, nervioso, urogenital, cardíaco, digestivo, inmunológico y cutáneo. Puede emplearse solo o asociado con macerados de grosellero negro, espino blanco, álamo y secuoya. En cualquier caso, la ingesta de esta preparación debe respetar una dosificación precisa que varía según la edad del paciente y el efecto buscado. Algunas precauciones de uso son necesarias para disfrutar de los beneficios de las yemas frescas de roble con total seguridad.
El género Quercus al que pertenece este árbol agrupa entre 200 y 600 especies. Estas últimas se distribuyen en Asia, América y Europa. Entre las que crecen en Francia, encontramos el roble verde, alcornoque, coscoja, tauzin, albar, pedunculado, pubescente y quejigo. Estos vegetales generalmente miden entre 20 m y 45 m de altura. Presentan hojas firmes de color verde oscuro que cambian de forma según las especies. Estas pueden ser obovales, ovales, acuminadas, oblongas u obtusas. Un tallo tiene la capacidad de portar simultáneamente hojas adultas, juveniles y de transición. En las plantas jóvenes, la corteza es lisa. Sin embargo, está agrietada a nivel del tronco en los árboles más viejos. La bellota, el fruto de este árbol, es un aquenio ovoide u oblongo de 1 cm a 5 cm. Inicialmente verde, se vuelve amarillento o parduzco al madurar.
El macerado de roble está compuesto de agua, alcohol, extracto de yemas del árbol y glicerina vegetal. Este líquido de sabor resinoso es de color marrón rojizo y tiene un olor amaderado, ligeramente alcohólico.
El macerado de yemas de roble está compuesto por taninos catéquicos, elágicos y gálicos que le confieren propiedades tonificantes y cicatrizantes. Estas últimas le permiten ser utilizado internamente y en aplicación local en ciertas patologías y afecciones. Sin embargo, se deben tener en cuenta algunas precauciones de uso.
Este tipo de macerado fortalece la cadena endocrina y actúa así desde el cerebro hasta los órganos sexuales. Gracias a su acción de estimulación hormonal, la yema de roble puede ser empleada tanto por hombres como por mujeres. Resulta eficaz para remediar la impotencia, la frigidez y la disminución de la libido. Esta yema también se utiliza en caso de problemas de fertilidad, ya que aumenta la producción de espermatozoides y testosterona.
El macerado de yemas de roble tiene un efecto tonificante y dinamizante, lo que le permite actuar sobre el sistema nervioso. Así, ayuda al cuerpo a recuperar vitalidad y fuerza en período de convalecencia. También es útil en caso de agotamiento, astenia o fatiga intensa (física, mental, hormonal, sexual…).
Actuando sobre el sistema cardíaco, este macerado eleva la presión arterial.
Esta preparación es eficaz en caso de diarrea y estreñimiento gracias a su acción tónica. También ayuda a cicatrizar las encías y puede ser útil en caso de periodontitis, alveolitis y gingivitis.
La psoriasis, las alergias, el herpes y los forúnculos son algunos de los problemas cutáneos sobre los que actúa el macerado de las yemas frescas de este árbol elevado.
Como complemento a base de plantas, el macerado de yemas de roble no sustituye a una alimentación sana ni a un tratamiento médico. Toda la familia puede tomarlo, excepto las mujeres embarazadas y los bebés menores de tres años. En caso de ingesta por un niño, la dosis debe adaptarse según su edad.
Este macerado está desaconsejado en caso de trastornos hormonales causados por un exceso de testosterona. También debe tomarse con precaución si la persona sufre de hipertensión.
Es preferible consumir o utilizar esta preparación a base de roble por la mañana. Además, su conservación requiere un lugar al abrigo del calor y la luz.
Si los síntomas persisten a pesar de respetar la dosificación, se recomienda consultar a un médico.
Ya sea concentrado o diluido, el macerado de yemas de roble puede utilizarse solo o en sinergia con otras preparaciones.
Una gota al día es suficiente para un niño mayor de 3 años que pesa 10 kg. Esta dosis debe aumentarse progresivamente.
De cinco a quince gotas al día de macerado concentrado, vertidas en un vaso de agua, son adecuadas para un adolescente o un adulto. Según el caso, esta preparación debe tomarse 1 a 3 veces al día, 15 minutos antes de las comidas durante 3 semanas. La ingesta debe aumentarse gradualmente: comenzar con 5 gotas la primera semana, continuar con 10 y terminar con 15. También es posible tomar una gota al día hasta llegar a 15. Si el macerado está diluido, entre 50 y 150 gotas al día son adecuadas para un tratamiento de una duración total de 3 meses. En general, un tratamiento de este macerado a base de roble dura 21 días e incluye una pausa de 7 días antes de reanudar. Esta duración debe renovarse durante 2, 3 meses o más, según la situación. Por ejemplo, en caso de desnutrición, se recomienda un tratamiento de 3 semanas. Además, 10 días son suficientes para tratar una periodontitis, el tiempo necesario para reducir la inflamación.
Esta preparación a base de roble puede emplearse en asociación con un macerado de yemas de:
Las dos últimas mezclas de macerados son, por ejemplo, útiles en caso de herpes o hipotensión.
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