
Características de la Ciruela
- Nombre: Ciruela
- Reino: Plantae
- Subreino: Tracheobionta
- División: Magnoliophyta
- Clase: Magnoliopsida
- Subclase: Rosidae
- Orden: Rosales
- Familia: Rosáceas
- Subfamilia :–
- Género: Prunus
- Especie: –
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La ciruela es el fruto de ciertos árboles llamados “ciruelos” que pertenecen al género Prunus. Se presenta en más de 2,000 variedades provenientes de todo el mundo, pero es esencialmente originaria de Asia, América y Europa. Su color varía del amarillo ácido al violeta profundo, según la especie. Jugosa y dulce, su pulpa es comestible, lo que la hace muy apreciada en la cocina en diferentes formas. Esta fruta de verano también es rica en nutrientes, lo que le confiere numerosas virtudes medicinales. Sin embargo, está contraindicada para personas que sufren del síndrome de alergia oral y para aquellas intolerantes a cierta categoría de frutas.
El término “prunelle” surgió primero, en 1175. Designa los pequeños frutos de los ciruelos silvestres que fueron cosechados tarde en el otoño, después de haber sufrido heladas. La palabra “ciruela” aparece poco tiempo después. Proviene del latín pruna, que es el neutro plural de prunum, significando “ciruela” o “prunelle”.
El ciruelo es un árbol presente en todos los continentes, excepto en la Antártida. Es esencialmente originario de América, Asia y Europa. Aunque se han registrado unas cien especies, solo dos de ellas son objeto de cultivo comercial. Se trata de los ciruelos japoneses Prunus salicina (originario de China) y europeo Prunus domestica (proveniente del Cáucaso). Los botánicos clasifican al ciruelo de Damasco como una subespecie de este último, aunque algunos lo consideran como una especie en sí misma.
El cultivo de la ciruela se remonta a la Edad de Bronce. De hecho, se encontraron huesos similares a los de la mirabel en sitios que datan de esa época. Al parecer, el ciruelo europeo habría resultado de un cruce espontáneo entre los dos ciruelos silvestres Prunus cerasifera y Prunus spinosa. Esto ocurrió hace miles de años en una región cercana al mar Caspio. Desde allí, esta especie se habría esparcido por el Medio Oriente y Europa durante las invasiones del IIe milenio antes de J.C. En Egipto, las ciruelas secas se colocaban en las tumbas de las pirámides para acompañar a los muertos en su viaje al más allá. También eran muy apreciadas en Roma y Grecia por sus virtudes laxantes, de ahí el cultivo de varias variedades, incluido el Damasco. En la Edad Media, las ciruelas pasas de Agen comenzaron a producirse en Francia. Constituyeron delicias de lujo y se rellenaban o se cubrían de chocolate.
La ciruela es un fruto, cuya pulpa comestible es jugosa y dulce. Más precisamente, se trata de una drupa que posee un gran hueso. En general, tiene una forma esférica, más o menos oblonga. Su piel es fina, incluso transparente en algunas variedades. Su color varía del amarillo claro al negro, pasando por el rojo, el morado y el violeta oscuro. Esta fruta de verano se llama “ciruela pasa” cuando está seca. Además, produce lo que se llama la pruina, escamas de cera que forman un velo blanco. Esta sirve de protección contra las agresiones externas como el calor.
Existen más de 2000 variedades de ciruelas en todo el mundo. Se diferencian por su origen y color. Entre las variedades europeas, se encuentran las reinas-claudias, las mirabeles, las quetsches, el ciruelo de Agen… Entre los ciruelos silvestres nativos de América del Norte, se citan los Prunus maritima, munsoniana, hortulana, angustifolia y americana. También se destacan las variedades americano-japonesas como el ciruelo japonés.
Los ciruelos producen frutos cinco años después de su plantación. Es el momento de iniciar la cosecha de las ciruelas cuando éstas se desprenden fácilmente del árbol o caen naturalmente. Estos frutos se cosechan entre julio y septiembre, según la variedad. Los que son tempranos como la reina-claudia roja temprana y el Señor Temprano están maduros a finales de junio, comienzos de julio. Las variedades semitempranas como la reina-claudia de Oullins están maduras en agosto. Las semitardías como la mirabel de Nancy están listas entre mediados de agosto y mediados de septiembre. Las tardías como la quetsche de Alsacia se cosechan hacia la mitad del mes de septiembre.
Estos frutos no continúan madurando después de la recolección. Por lo tanto, es aconsejable recogerlas o comprarlas cuando su color es translúcido. También es importante asegurarse de que el fruto desprenda un buen aroma y que la base del pedúnculo esté ligeramente más suave que las demás partes. Las ciruelas frescas son las mejores, pero no se conservan por mucho tiempo. Pueden mantenerse unos días a temperatura ambiente si no están completamente maduras. Después de la cosecha, pueden durar una semana en el refrigerador o en una bodega bien ventilada. Es recomendable sacarlas unas horas antes de consumirlas para que estén jugosas y recuperen su sabor completo. También es posible conservar estos frutos en el congelador, pero deben estar deshuesados previamente. En cualquier caso, es aconsejable no frotar las ciruelas y dejar la pruina, ya que ésta optimiza su conservación. Además, su presencia es una garantía de frescura, ya que significa que el fruto ha sido poco manipulado.
En el suroeste de Francia, la tradición consiste en secar la ciruela de Ente para producir la emblemática ciruela de Agen. Anteriormente, simplemente se dejaba secar este fruto al sol. Hoy en día, es importante utilizar un horno ajustado a 60 °C o un deshidratador de alimentos configurado a una temperatura de 50 °C. La ciruela puede ser deshuesada o no. Luego, la versión seca se conserva en un frasco, protegida de la luz.
100 g de ciruelas contienen 80,1 g de agua, 16,4 g de carbohidratos, 0,94 g de proteínas y menos de 0,5 g de lípidos. Esta cantidad contiene los nutrientes siguientes:
100 g de ciruelas aportan 71,3 kcal de energía, lo cual es moderadamente calórico.
La ciruela es un fruto destinado a ser utilizado en dos ámbitos específicos: la cocina y la medicina.
Fresca o seca, esta fruta se consume como refrigerio, siempre que se lave bien antes. Combina bien con otras frutas ácidas como la naranja y el limón. Algunos prefieren consumirla como postre, ya sea transformada en tarta, crumble, pastel, clafoutis, muffin o mermelada. Otros la preparan en ensaladas con melón, durazno, fresa… La ciruela se cocina fácilmente, ya que no es necesario pelar su piel ultrafina previamente. También se puede mezclar con carnes blancas en un plato salado.
Esta fruta de verano ofrece numerosos beneficios para la salud.
Como esta fruta está compuesta de 1,7 g de fibras, puede intervenir en el tratamiento del estreñimiento. También es ideal para resolver problemas de pereza intestinal.
Las personas que luchan contra la hipercolesterolemia pueden disminuir el nivel de colesterol LDL con un consumo diario de ciruelas y/o ciruelas pasas. Esta dieta también contribuye a la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares.
La ciruela contiene varios compuestos fenólicos, incluyendo ácidos fenólicos y flavonoides. Estas sustancias son reconocidas por contribuir a la actividad antioxidante de esta fruta de origen vegetal.
Un estudio realizado en animales demuestra que el consumo de ciruelas pasas reduce ciertos factores de riesgo del cáncer de colon. Otro estudio sugiere que la ciruela disminuye la viabilidad y proliferación de células cancerosas. Sin embargo, ningún estudio clínico en humanos confirma estos resultados.
El potasio es un mineral que equilibra el pH de la sangre y participa en la transmisión del impulso nervioso. También favorece la digestión al estimular la producción de ácido clorhídrico. La ciruela es una verdadera fuente de este nutriente. También es rica en hierro y manganeso. Este último facilita una docena de procesos metabólicos y previene los daños causados por los radicales libres.
Las ciruelas y las ciruelas pasas son ricas en vitamina K. Este mineral es necesario para fabricar proteínas que participan en gran medida en la coagulación de la sangre. También interviene en la formación de los huesos.
Gracias a su contenido en vitamina C, la ciruela contribuye a la salud de las encías, dientes, cartílagos y huesos. Acelera la cicatrización, favorece la absorción del hierro contenido en los vegetales y protege contra las infecciones. Como esta fruta estacional también contiene vitamina B6, participa en el metabolismo de los ácidos grasos y las proteínas. También participa en la creación de neurotransmisores y glóbulos rojos. También conocida como piridoxina, esta vitamina desempeña un papel importante en el funcionamiento del sistema inmunológico y en la formación de ciertos componentes de las células nerviosas.
Esta fruta de verano forma parte de los alimentos implicados en el síndrome de alergia oral. Se trata de una reacción alérgica a las nueces, verduras y frutas que afecta a algunas personas alérgicas al polen. Cuando estas consumen una ciruela cruda, experimentan sensaciones de ardor en la boca, en los labios y en la garganta. También sufren de picazón, y esto, solo unos minutos después de que el alimento haya sido tocado o ingerido. En ausencia de otros síntomas, esta reacción alérgica no es grave. Estas personas pueden consumir esta fruta estacional de vez en cuando. No obstante, se recomienda consultar a un alergólogo para conocer la causa de estas reacciones.
Algunas personas también son intolerantes a los alimentos frescos (arándanos, frambuesas…) y a las frutas secas (dátiles, ciruelas pasas…). Así, pueden manifestarse reflujo gastroesofágico, dolores abdominales, flatulencias o dispepsia.
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